Siempre fui fanática de las charlas TED.
La idea de poder transmitir una idea que te hiciera pensar, que te motivara y cambiara el curso de tu pensamiento en solo 20 minutos me parecía maravilloso.
Y es que realmente creo que realmente 20 minutos es un tiempo ajustado para llegar e impactar al otro.

Pensemos en cuantas ideas o noticias importantes se dicen en menos de 20 minutos: “te amo”, “quiero el divorcio”, “renuncio”, “quedaste en el puesto”, “estoy embarazada”.
Lo que se dice después claramente se lo lleva el viento.

En un mundo de tanto estímulo, olas de información, diversidad de opiniones y de atenciones volátiles, discursos muy extensos se pierden y se desperdician.
Ojo, no estoy con esto haciendo una panacea de la brevedad. Es tiempo de dedicar tiempo y fortalecer vínculos… pero promoviendo la practicidad y la administración del discurso.

Y esto es un gran desafío para mi que siempre me gusto hablar de más…
Que difícil para una psicóloga promotora de la palabra, del diálogo y (en mi caso particular) de la justificación, reducirme a pocos minutos.
Difícil pero al mismo tiempo desafiante, divertido y… necesario.
Porque en definitiva, sino me acorto yo, me acortará la atención del otro.
Entonces pensé en una serie de estrategias que me podían ayudar a ordenar y “veinteminutizar” mi discurso:

1. Lo primero: planificar que quiero decir. El pensamiento de uno es como una charla entre amigos… arranca con un tema y no sabes hasta donde puede llegar. Conviene entonces, ir marcando las paradas por las que uno quiere pasar y el destino final.
2. Definir prioridad de ideas: esto es nada novedoso pero si muy difícil. Para uno, todas las ideas son importantes. Pero no lo son en todos los contextos. Contale a otra persona tus ideas y fíjate en que momento sentís mas la fuerza o pasión para transmitir (sea porque el otro ya inicio otro viaje mental o porque sentís compasión por ese generoso emisor). Ahí donde sentiste flaqueo, recorta.
3. Si llegaste a ese punto en donde no sentís confianza o interés en lo que tenes que decir, cambia de rumbo. Esa idea no está madura aún.
4. Háblate a vos mismo y atende a esos momentos en que (seamos sinceros) vos mismo te aburrís o acelerarías para pasar al siguiente punto (fast forward de diapositivas). Podar también ahí.

Esta poda asesina no quiere decir que lo que se recorto se reprima, anule o deje de ser valioso. Pero seguramente será el contenido principal de otros espacios en los que la atención vuelva a engrosarse y esté ávida de nueva información.

Quiero terminar con una reflexión personal:
En mi vida, personal y laboral, me he encontrado en situaciones en las que creía que tenía que aprovechar mi “minuto de fama”.
Reuniones de varias personas, con personalidades y trayectorias diversas pueden inhibir a alguien tímido y con necesidad de hablar cómo me reconozco de a momentos. Encontrar ese bache de tiempo, me llevaba a utilizar la técnica Enrique Pinti y decir la mayor cantidad de cosas en un minuto de atención…. pero a diferencia del el, a mi no me funcionaba.
Porque solo aumentar la velocidad para decir más cosas en menos tiempo no es siempre lo más efectivo. Si lo era encontrar el momento, el espacio y el contenido apropiado al contexto.
No es la fórmula mágica pero me costo (y cuesta) entenderlo.
Es así como, día a día, intento aprender la mejor forma de aprovechar los espacios más asertivos para el diálogo. Y eso va más allá de una charla. Muchas veces el terreno aún no está fértil y será cuestión de controlar la ansiedad y esperar a la tierra fresca para cosechar los mejores frutos.

No me sale siempre, aclaro, pero comparto mis ideas y mis errores para mentalizar ese camino de cambio: lógrese en 20 minutos, horas, días o la vida entera, vale la pena seguir mejorando. Y cuando de comunicación se trata, más aún.

Lic. Silvana Vattimo
Directora SCI GESTION