Levante la mano a quien le gusta jugar.
Levante la mano quienes dedican al menos 2 horas a la semana a jugar.
Seguramente entre la primera y segunda pregunta quedaron muchas manos en el camino… manos atareadas en el quehacer cotidiano, sin tiempo para el ocio.
Pero que me responderían si les dijera que el juego no es solo incumbencia del ocio? Me creen si les cuento que también puede haber juego en escenarios de plena productividad?
Tal vez los que no levantaron la mano ante la primera pregunta puedan sentir al juego como algo menor, al que no tengo tiempo hoy para dedicarle. Otros sientan “fiaca” de abrirse a ese mundo, refugiados detrás del “mejor vayamos al grano”.
Para estos y otros casos, quiero dedicar unas líneas para re-pensar. No todos los juegos son de nuestro agrado, claro esta. Pero cuando logramos conectar con ese juego y con la capacidad lúdica que todos tenemos, se abren fenómenos maravillosos: la motivación aumenta, así como el sentido de complicidad e integración con el otro. La energía se alza y se logra ese estado de flow de máxima compenetración que favorece el despliegue de nuestras competencias y el logro de objetivos comunes.
Cuantas veces nos hemos sorprendido de la capacidad de resolver problemas en un juego de personas que en lo cotidiano parecen no lograr conectar? Parecería asomarse una inteligencia diferente, que fluye mediante el juego y se conecta con resultados súperadores: la inteligencia lúdica.
Cada vez más, las empresas y las escuelas han visualizado el potencial del juego incorporado a sus dinámicas, apostando a lo vivencial y motivacional.
Por supuesto, el juego debe estar bien aplicado y debe ser pertinente y ajustado al contexto. No es jugar por jugar. Es jugar para liberar potencial.
Por eso, creemos que Es el momento de decir: piedra libre a la inteligencia lúdica!