Encontrar el zapato que mejor te calce no siempre es tarea fácil.
En mi caso particular, nunca fue mi campo… ni en el sentido figurado ni el literal.
Jamás pude encontrar un buen calce (como dirían los zapateros). Y así he ido chancleteando por la vida, a paso sonoro y algo inestable.
Por momentos, pareciera que uno anda bien y aligera la marcha, hasta que llega la primer soltura, el traspié o el rasgón que nos recuerda por que ese calzado no era para uno.
Siempre he visto con admiración la marcha de otras mujeres, intachablemente calzadas y seguras en su andar. Nunca fue mi caso.
Aunque resulte burdo o tosco un día pensé que este calce tenía que ver con la vida misma en el sentido mas figurado.
Solo algunos tienen el halo de cenicienta que les permite encontrar a su zapato en la primera postura. En muchas otras ocasiones hay que probar mucho para dar con lo que mejor nos permite caminar y avanzar.
Así yo pienso la vocación, los propios intereses y las relaciones.
Muchas personas van por la vida “chancleteando” por no llegar a encontrar pertenencia, comodidad o solo “buen calce” en sus espacios personales y laborales.
La propuesta es preguntarse: calzo bien en este empleo? En estas actividades que emprendí?! En este grupo de pares? O acá no hay calzador que ayude?
Para mejorar nuestro sentido de bienestar y crecimiento, el poder sentirse bien confortable en esas tres facetas es importante y necesario.
Por lo tanto, a no contentarse con el chancleteo, a apostar a que para cada persona hay un zapato que le calza.
Y al que no le calce, que no se lo ponga.

Silvana Vattimo
Directora SCI GESTIÓN