¡Llegamos a Diciembre! Y la ciudad lo sabe. Los locales comienzan a ofrecernos postales navideñas que nos presentan un dejavu… nuevamente nos acercamos al cierre de un año, y con él, los últimos esfuerzos por cumplir con nuestras tareas y compromisos, las reuniones laborales y sociales, los cierres de año, las planificaciones.
Las agendas se comprimen, el ritmo diario se incrementa, los humores se bipolarizan y, antes de darnos cuenta, llegamos al brindis del 31 de Diciembre deseando despegar hacia unas merecidas vacaciones.
En las empresas, se desliza una evaluación de alcance de objetivos, de enunciación de nuevas metas, planificación de vacaciones, armado de regalos, organización de los festejos… los balances individuales y corporativos.
No es de extrañar que frente a tales demandas, estrés y cansancio, nuestro desempeño comience a mermar. No solo a nivel laboral sino también en nuestras actividades cotidianas: olvidamos detalles importantes, perdemos pertenencias personales, nos sentimos dispersos, irritables, cansados.
Vivimos en la era de “multi-tasking”, según la cual emprendemos constantemente varias tareas al mismo tiempo. Pero ese ritmo y nivel de exigencia comienza a pesar luego de un año completo de trabajo constante.
Los tiempos son limitados, es cierto. Pero nuestros recursos como seres humanos también. La comprensión y aceptación de ello facilita y ayuda a mejorar nuestra calidad de vida y nuestra tolerancia a momentos de mayor adrenalina y estrés.
Porque, a pesar de todo, cada nuevo año lleva a realizar nuevas apuestas, a pensar en renovadas oportunidades, a recargar energías o resetear pantallas para diseñar un año con desafíos y posibilidades.
Por lo pronto, éste viernes, los invitamos a renovar energías para arrancar el último mes de año con optimismo y actitud. ¡Allá vamos!
¡Buen fin de semana!